Inscripción ONLINE Convocatoria Intercambio Estudiantil Alemania.

Queremos informar que la inscripción para la convocatoria ISAP estudiantil abrirá nuevamente desde el lunes 11 hasta el viernes 15 de mayo a las 14 hs. La misma se realizará únicamente de forma ONLINE. Por favor envíen toda la documentación solicitada a: relaciones.internacionales@filo.unt.edu.ar

IMPORTANTE: No tenemos aún seguridad de que este intercambio pueda ser llevado a cabo en septiembre de 2020 debido a la situación actual tanto en Alemania como en Argentina, de no ser así, los seleccionados podrán hacer uso del intercambio en las fechas que nos indiquen desde Alemania.

El PROGRAMA DE INTERCAMBIO ESTUDIANTIL INTERNACIONAL (ISAP), financiado por el Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD), tiene como objetivo favorecer la cooperación internacional entre universidades alemanas y extranjeras. Fortalecer la movilidad docente-estudiantil y lograr el reconocimiento de trayectos de formación de grado a través del
reglamento de transferencia de créditos, forman parte del proceso de internacionalización académica sostenida por el programa a través de la colaboración e intercambio entre las carreras de Historia y Letras de nuestra facultad y el Instituto de Historia Latinoamericana (IHILA) y el
Instituto de Romanística de la Universidad de Colonia ​a fin de lograr una perspectiva interdisciplinaria.

El ISAP se establece entre la Universidad de Colonia y l ​a Facultad de Filosofía y Letras de la UNT ​y ofrece cada año becas para estudiantes de las carreras de Letras e Historia, que incluye una estadía de 6 meses para estudios en la Universidad de Colonia.

Requisitos y documentación para la postulación:

-Ser estudiante regular de las carreras de Letras e Historia
-Tener aprobados más del 40% de las materias
-Rendimiento académico destacado
-Carta de motivación
-CV
-Dos cartas de aval
-Pasaporte válido
-Conocimientos de ​alemán ​. ​Los postulantes deben haber completado el curso de alemán A1 y haberse inscripto en el curso A2 al momento de la postulación.

Beneficios de las becas:
-Recepción y asesoramiento de los becarios en Alemania a cargo del LFZL de Colonia
-Estipendio mensual del DAAD: 400- Euros / mes
-Cursos intensivos de alemán en la Universidad de Colonia.
-Seminario de preparación otorgado por la lectora del DAAD en la UNT

Defensa de Tesis. Degradación de tierras

Defensa de Tesis

- 1° DEFENSA DE TESIS DE POSGRADO ONLINE-

06 de mayo de 2020 / 9 Hs.

-LINK DEFENSA: https://meet.google.com/xeb-ejzn-wxh

Doctorado en Ciencias Sociales 

"DEGRADACIÓN DE TIERRAS EN EL CHACO SALTEÑO. UN ABORDAJE DESDE LA PERSPECTIVA DE SERVICIOS ECOSISTEMICOS EN EL SUDESTE DEL DEPARTAMENTO SAN MARTÍN, PROVINCIA DE SALTA"

Ing. Gisela Soledad Córdoba opta por el grado académico superior de Doctora en Ciencias Sociales (Orientación  Geografía)

Dirección Dr. Alfredo Luis Pais - UNSa

Co-dirección: Dra. Ana Isabel Rivas -UNT

Jurado:

Dr. Alejandro Daniel Ríos UNT

Dr. Pablo Cristián Paolasso UNT

Dra. María Cecilia Rubio, IADIZA -CONICET -UNCuyo

Mg. María Cristina Camardelli de la UNSa


LINK  DEFENSA: https://meet.google.com/xeb-ejzn-wxh

Pandemia y violencia. Reflexión Beatriz Garrido

Pandemia y violencia contra las mujeres y de género

Dra. Beatriz Garrido

/Prof. Tit. Antropología y Etnografía General – Prof. Asoc. Antropología Social/

“El saber anticipado, el conocimiento a priori, las certezas, producen una narcosis que nos van anestesiando y hacen que descansemos en algo que va precipitándose en sentido común”

Alexandra Kohan

La actual pandemia de Covid 19 como momento de excepción de la vida humana, nos enfrenta con más fuerza al flagelo de la violencia contra las mujeres y de género, y los femicidios/feminicidios.
El feminismo y el movimiento de mujeres vienen denunciando desde hace décadas la violencia contra las mujeres y la violencia de género como una epidemia mundial, un problema estructural que atraviesa a todas las sociedades.
El feminismo ha estudiado esta problemática desde las distintas disciplinas para explicarla como una expresión del ejercicio del poder masculino sobre el cuerpo de las mujeres en la sociedad hetero-patriarcal capitalista.
Se han logrado legislaciones sobre esta problemática como resultado de la lucha de las mujeres para que todos los países aprueben leyes para prevenir, sancionar y erradicar la violencia.
No obstante, aun existiendo una legislación destinada a proteger a las mujeres, lo que se puede observar es que siguen siendo violadas, maltratadas y objetos de la trata; siguen muriendo mujeres y niñas como consecuencia de abortos mal practicados y/ o por falta de acceso a elementales métodos de anticoncepción, sólo para referir a algunos ejemplos. Esto evidencia la insuficiencia de la declamada igualdad jurídico-formal.
 

En el contexto de la actual crisis sanitaria, la pandemia del Covid 19, las políticas implementadas de protección de la población que han derivado en el aislamiento social ha llevado a que muchas mujeres quedaran indefensas junto a sus hijxs, en sus casas, con sus agresores. Esther Pineda G, en Diario Digital Femenino, señala que el Covid-19 está siendo utilizado por los agresores para ocultar sus crímenes y evadir a la justicia, así lo ponen en evidencia paradigmáticos femicidios recientemente cometidos en Argentina, entre estos el de Soledad Carioli (quien tras ser ingresada al hospital con síntomas de coronavirus y descartar su muerte por este, se develó que presentaba múltiples traumatismos perpetrados por su pareja) y el de María Solange Diniz (asesinada, descuartizada, quemada y enterrada por su pareja porque aparentemente tenía coronavirus).

El número de muertes de mujeres por violencia en este contexto ha crecido y ha llevado a las autoridades, a partir de las demandas del movimiento feminista, a instrumentar una serie medidas y estrategias, con distintos resultados, para resguardarlas de la violencia dentro del hogar.
De lo que se trata es de poner en evidencia que, a pesar de los avances de las legislaciones, el número de mujeres muertas sigue en aumento y no muestra signos de decrecimiento.
Es importante marcar por otra parte, que una legislación no puede desarrollar bajo ningún punto de vista una excesiva tutela sobre la vida de las mujeres asumiendo la consideración de incapacidad para ejercer su autonomía, así como victimizando a las mujeres como seres menores de edad. Tampoco es lo deseable aplicar castigos excesivos como medios eficaces para la resolución de los problemas y conflictos en la sociedad, pues de ese modo lo penal asume una relevancia desmedida pues se piensa que a penas más duras los problemas se solucionaran y esto está muy alejado de ser así, tal como lo demuestra la experiencia social.

Recientemente se dio a conocer el documento del Llamamiento frente al aumento alarmante de la violencia machista en la pandemia, en donde se señala con acierto que la pandemia de coronavirus en Argentina y en el mundo ha sumido a la humanidad en situaciones trágicas, dilemas éticos, cuestionamientos políticos y ha develado y puesto en evidencia desigualdades sociales y de género que no solo se mantienen, sino que se agravan, proponiendo acompañar la creación, ampliación y perfeccionamiento de los dispositivos para parar la violencia machista, con una fuerte campaña audiovisual nacional, incluida en la pauta publicitaria estatal, que en forma permanente circule por canales de televisión, radios y redes dando a conocer modos y lugares donde denunciar, a fin de visibilizar la decisión política de considerar la lucha contra la violencia ejercida sobre las mujeres y de género como una política central y permanente; y apelar al compromiso y construcción de tolerancia cero a las violencias patriarcales y machistas en cada familia, vecindario, barrio y comunidad, extremando las alertas y convocar a reforzarlas desde el gobierno en sus distintos niveles de acción, fortaleciendo las voces organizadas de las mujeres y grupos democráticos operando en cada barrio y comunidad.

En Tucumán se aprobó la ley de Emergencia en Violencia contra la Mujer que apunta a "revertir el número de víctimas por violencia contra la mujer", a "reforzar la política preventiva en la materia", y "optimizar los recursos del Estado en la lucha contra este grave flagelo social". También declara "política prioritaria para el Estado Provincial" el logro de los siguientes objetivos: a) ejecutar programas tendientes a la prevención, sanción, y erradicación de la violencia contra la mujer, niña y mujer embarazada; b) implementar "espacios físicos transitorios de asistencia y contención a las víctimas", sobre todo en aquellos casos "en que la permanencia en su domicilio implique una amenaza a su integridad física y psicológica"; c) fortalecer el trabajo estadístico sobre las denuncias y los casos de violencia contra la mujer; d) conformar una mesa institucional integrada por representantes de los tres poderes y de otros organismos públicos y sociales con injerencia en la temática; e) establecer un cupo mínimo en los sorteos de viviendas del Ipvdu para víctimas en situación de riesgo que cuenten con una medida de restricción en contra del agresor; e) poner en marcha una campaña masiva de difusión para la prevención y erradicación de la violencia contra la mujer; f) el otorgamiento de una licencia especial de hasta 30 días por año calendario para víctimas cuya integridad corra peligro (para el ámbito de la Administración Pública provincial). (La Gaceta, 2020)

 

Escrito en el encierro. Reflexión Paula Storni

Escrito en el encierro: reflexiones en pantuflas de una burguesa privilegiada

Prof. Paula Storni

/Cátedras Cultura y Comunicación e Historia de la Comunicación/

“El saber anticipado, el conocimiento a priori, las certezas, producen una narcosis que nos van anestesiando y hacen que descansemos en algo que va precipitándose en sentido común”

Alexandra Kohan

Seguridad ontológica, le llama Anthony Giddens: estado o sentir propio del ser humano moderno que describe el sentimiento de tranquilidad, confianza y estabilidad que experimentamos bajo el supuesto de que existe cierta predictibilidad de que las cosas de este mundo son de una manera, lo cual las hace más o menos anticipables y fiables, el “taken for granted” del que habla Bourdieu. Existen diferentes tipos de situaciones a lo largo de la historia y en la vida cotidiana que producen la pérdida de este sentimiento, la cual lleva a una situación crítica. Esta categoría, como tantas otras producidas desde las ciencias sociales, resultan operativas para pensar/nos en este contexto actual que ha puesto en suspenso muchas de las certezas para la acción social, haciendo tambalear nuestro mundo de vida.

En el contexto de aislamiento social que hoy vivimos, la crisis se manifiesta en distintos niveles y vamos atravesando distintas etapas, con momentos de mayor o menor comprensión, que se traducen en variadas reacciones cuyo denominador común es la producción continua de interrogantes acerca de las consecuencias o los efectos que tendrá esta nueva realidad, inesperada para muchos. El problema, creo, no está en las preguntas que nos hacemos lo que, por el contrario, resulta altamente positivo como ejercicio de reflexión en cuanto posibilita que el tan ansiado pensamiento crítico se apropie de nosotros haciéndonos “exotizar lo natural” (me pregunto cuánto tiempo nos llevará naturalizar, en el sentido de comprender, lo exótico, la novedad, aquello que desconocemos), es decir, provocando que aquello que estaba hecho cuerpo en nuestras existencias se transforme en una extrañeza, sacando afuera u objetivando aquellas verdades o certezas que se han hecho carne en nuestra experiencia. Ahora bien, resulta claro y hasta obvio que gran parte de esos parámetros en los que vivíamos y aun vivimos, responden a un modelo despiadado y aparentemente democrático: el de las sociedades capitalistas neoliberales. Todas nuestras prácticas, hasta las más banales y cotidianas están atravesadas por esta matriz cultural. En esta breve y rápida reflexión, quiero compartir con ustedes algunas consideraciones que no tienen como fin cerrar ningún interrogante sino, por el contrario, seguir abriendo preguntas que pueden ser profundizadas en el diario acontecer de nuestro encierro, tanto a través de la lectura como de la producción de ideas y conocimiento

a- Tiempo y espacio

Un gran porcentaje de nuestro desconcierto se traduce hoy en tener gran parte de nuestro tiempo disponible, al menos en lo que se refiere al modo de organizar las nuevas rutinizaciones. El desafío de construir la agenda propia para organizar nuestras tareas, a muchos puede resultarles una tarea tediosa, acostumbrados a ejercer y vivir un tiempo marcado por otros, y no el sentimiento liberador de esta relativa autonomía. Sin embargo, esta aparente libertad, se topa con un límite en el plano de lo espacial, en nombre de una responsabilidad que es propia e individual pero sobre todo colectiva. Aquí nuestra autonomía se ve más cercenada.
Acostumbrados a vivir de agendas que marcan y regulan no sólo los tiempos y ritmos de los cuerpos, sino la constante movilidad en el espacio: ir a trabajar, visitar al médico, hacer una caminata, ir al gymnasio, tomar un cafecito, leer, armar y dar clases, etc., pareciera que construir la nueva rutina resulta una tarea más fácil en cuanto a lo temporal. Pero no tenemos espacios más que los de la vida privada para elegir (a diferencia de otros muchos) y este encierro se convierte para muchos en una cárcel, una caverna, un pozo. Sin embargo, muchos de nosotros hemos descubierto nuevos modos de habitar esos espacios que parecían tan conocidos, descubriendo nuevos rincones o nuevos usos para viejos lugares.
En mi caso, nuestra casa se ha hecho más grande bajo el descubrimiento de un Nuevo Mundo. Se ha agrandado el espacio vital. Entonces pensamos en cómo habitarlo dejando las huellas que antes rápidamente se borraban con los tiempos urgentes y acelerados del Antiguo Mundo.
Todo el tiempo, el Otro Tiempo, se ha suspendido.
No sin sorpresa he descubierto que mi agenda era un mapa más que un reloj. Por eso está vacía. Convertirla en palabras pues, será la solución. Habitarla. Crear otros espacios dentro del espacio, podrá salvarnos o al menos, ayudarnos a construir nuevas seguridades aunque sean éstas transitorias.

b- Cuerpos sanos (de virus) / mentes, ¿enfermas?

El capitalismo en sus distintas fases, pero especialmente el neoliberalismo con sus efectos en todo nuestro mundo de vida, ha generado, entre otros males, un despiadado control de los cuerpos y las subjetividades de los seres humanos, en distintos planos. En el campo laboral, por ejemplo, a través de un sistema tan organizado y, lamentablemente, naturalizado en los modos de ejercer la dominación, nos hemos acostumbrado a 'dar todo' en nuestras ocupaciones, intentar 'ser los mejores' y no descuidar nuestra "formación continua" en nombre de la "riesgosa y despiadada competencia", etc. Hemos asumido estas obligaciones, que aún suenan muy bien en nuestros oídos eficientistas, como un deber de todo aquel que se jacte de ser un 'trabajador responsable'. En ese intento de cumplir con los deberes del sistema, algunos cuerpos o algunas mentes han sucumbido ante las presiones.
Algunos de los “males” psicológicos de época han sido, justamente, resultado de estos mandatos. Ataque de ansiedad, ataque de pánico, déficit atencional, stress laboral, etc. Se han creado diagnósticos con síntomas muy poco claros o demasiado generales para estas nuevas patologías: falta de aire, miedo, mareos, taquicardia, temblores, etc.

En estos días de encierro y pandemia he escuchado y leído en medios y redes sociales anuncios de los que podrían llegar a ser los nuevos males sicológicos en este contexto de aislamiento obligatorio. Es decir, a días de haber comenzado con algo de lo que aún no teníamos experiencia, los diagnósticos certeros acerca de lo que podría ocurrirnos se hacían escuchar en boca de los profesionales consultados.

Vuelve aquí la pregunta que ya venía haciéndome acerca de si los médicos son los que “enferman a los enfermos”. Es decir, si estos profesionales de la salud son los que emiten, en primer lugar, la categoría de enfermo y nos ubican dentro de ella con algunos de los diagnósticos construidos, asumiendo de nuestra parte esa caracterización y sus efectos con total confianza en el saber de aquel que sabe. Los sistemas, en última instancia, ¿crean también las enfermedades? No me estoy refiriendo aquí a los virus, claro. Ya tenemos larga lista de hipótesis conspirativas que de uno u otro modo se asocian con la lógica del neoliberalismo. Lo que señalo es que del mismo modo que se afirma que hoy las maneras de educar y aprender no serán las mismas (en realidad la afirmación es bastante obvia pues han dejado de ser las mismas hace ya tiempo), se pronostican cuáles serán las transformaciones que sufrirán nuestras mentes “afectadas” por este aislamiento. Estos diagnósticos precipitados parten también de la lógica misma de un sistema de salud que, en su versión neoliberal, asume una perspectiva individualista y psicologizada de los males de la salud mental. Basta realizar una búsqueda rápida en google de los términos “aislamiento social y salud” para descubrir con poco asombro que ambos se encuentran asociados en gran número de titulares con los males que sobrevendrán como efecto del encierro en los hogares. Tal vez la clave está en no patologizar una situación que, aún hoy, es nueva. Porque, al fin y al cabo, las víctimas de los diagnósticos somos nosotros.

c-Saber/no saber

Otro de los pilares sobre los que se erigen nuestras seguridades es el saber, no entendido como conocimiento académico o enciclopédico necesariamente, sino como posibilidad de dar respuesta a un interrogante o un problema. Ese saber es el que sostiene toda la estructura de nuestras prácticas porque estamos acostumbrados a buscar (y obligatoriamente encontrar) respuestas y explicaciones ante todo elemento que resulte novedoso y represente una amenaza ante la posibilidad de la respuesta. Desde aquellos seres terrenales que estamos confinados en nuestros espacios privados hasta aquellos iluminados intelectuales, todos los seres privilegiados que en este mundo podemos detenernos en la reflexión filosófica, nos hemos visto en la necesidad de dar respuesta o producir explicaciones sobre las causas, los rasgos y los efectos posibles de la pandemia y el confinamiento. Vivimos a la espera de que alguno de esos saberes producidos sea capaz de permitirnos no sólo saber qué. sino, especialmente, saber cómo.

Este mandato de salir de la duda, mala palabra en este sistema de verdades, de la incertidumbre, de la incerteza, es propio de la misma lógica del mundo capitalista neoliberal que habitamos y de la necesidad de dar y tener respuesta de y para todo, produciendo una sobrevaloración del saber y estigmatizando a la incertidumbre y al sujeto que no sabe. Posiblemente no haya respuestas y la única certeza, al menos por ahora sea la de asumirnos ignorantes y “soportar la fragilidad que implica que no haya garantías”


*Nota de la autora: Este texto es producto de la suma de notas rápidas que he venido tomando en cuadernos, blogs de notas y libretas en el marco de la situación actual y que, seguramente coincide con muchos de los interrogantes que se han planteado los lectores.

Contigo en la distancia. Reflexión María Marta Luján

Contigo en la distancia

Dra. María Marta Luján

/Cátedras Cultura y Comunicación e Historia de la Comunicación/

Los procesos sociales actuales y pasados, aquello que imaginamos y las teorías que elaboramos son canales, puntos de partida, limitantes y condicionantes del futuro. Pero el porvenir no se limita a esto: también existe el azar, la contingencia y todo lo que puede ocurrir más allá de nuestra imaginación.

Adriana Puiggrós, Volver a educar, 1995.

Un principio que ya forma parte de la doxa en los estudios contemporáneos de Comunicación, sostiene la necesidad de desencializar las tecnologías, las que no son buenas o malas “en sí” sino que constituyen, en todo caso, dispositivos a disposición, cuya función depende del uso que se haga de ellas, de las apropiaciones, que pueden ser útiles a la reproducción de relaciones de poder, pero que también pueden operar como mecanismos de resistencia. Los libros, las redes, ni tienen la culpa ni son la solución.

En los últimos días, en el campo de la docencia en general y en el ámbito universitario en particular, se ha desatado una catarata de reacciones apocalípticas en relación al uso de herramientas virtuales como una posibilidad para sostener los vínculos educativos.

Se ha llegado, incluso, a asimilar dicho uso al neoliberalismo y su lógica productivista, deshumanizadora y enajenante, y a culpabilizar a dichos recursos de la deserción estudiantil y de la precarización laboral.

No obstante, de lo que se trata, creo, es de apelar a los nuevos dispositivos tecnológicos, precisamente, para torcer esa lógica y abrir un espacio en el que sea posible horadar los mecanismos a los que el neoliberalismo acude con el objetivo de crear subjetividades funcionales.
Hay puntos de partida, creo, alrededor de los cuales hay un consenso generalizado: como estudiosos de las ciencias sociales, no debemos renunciar a discutir y oponernos al uso compulsivo de dichas herramientas; tenemos el deber ético de no caer en la ceguera frívola de negar las asimetrías y las brechas digitales de los estudiantes y se nos impone desfetichizar la panacea de una comunicación digital democrática y accesible para todos; no podemos permitirnos sucumbir ante el canto de sirena de una virtualidad desarraigada de los territorios de las desigualdades. El encuentro de los cuerpos en el proceso de aprendizaje es irremplazable y el rol del docente, insustituible. El espacio físico de la institución educativa no se puede trasladar, sin más, al ámbito doméstico. La virtualidad como recurso no es la que se utiliza en la educación a distancia en una situación de normalidad, es una virtualidad en el contexto de la cuarentena como situación límite. No se trata de la mutación de un sistema a otro.

Sin embargo, un virus nos interpela hoy como docentes y nos sitúa en una zona de clivaje en la que la parálisis debe quedar excluida como posibilidad. Marcar un hiato, suspender la educación como diálogo, instaurar la cultura del silencio, no es una opción para los que apostamos al sostenimiento de una educación pública inclusiva.

Cuando la crisis nos pone a prueba-dice Naomi Klein- retrocedemos y nos desmoronamos, o crecemos y encontramos reservas de fortalezas, empatías y solidaridades de las que no sabíamos que éramos capaces. Frente a la imposibilidad de una educación cara a cara, los docentes tenemos que pensar en formas distintas de educar, en modalidades alternativas para sostener los vínculos con el fin, precisamente, de evitar la deserción. Este contexto nos brinda –como nunca antes- la posibilidad de visibilizar las desigualdades de acceso digital de los alumnos y de constatar las reales asimetrías que los fragmentan; sin embargo, esa evidencia no tiene que quedar estancada en la crítica como queja, paralizante, obturadora del trabajo por una inclusión educativa, que evoca al discurso elitista y conservador del statu quo “los pobres no llegan a la Universidad” y, como pobres hubo siempre, para qué intentarlo.

Por contrario, la pandemia tiene que ser el punto de partida para implementar mecanismos, por parte del Estado, de las Universidades, de las Escuelas, de los directivos y docentes de sostener la educación como diálogo y contener a los alumnos desde el cuidado. Que la intemperie sanitaria y económica no sea, además, desamparo educativo. Se trata de dar la pelea –difícil, sí, con fallas, seguro- para poner al alcance de nuestros estudiantes todos los recursos necesarios tendientes a la inclusión, de poner en marcha una educación a distancia otra, que no necesariamente se limite a las plataformas virtuales, y se complemente con medios como la televisión o la radio o con la distribución de material impreso.

Lo indiscutiblemente individualista es negarse, como docentes, a ensayar todo lo que esté a nuestro alcance para sostener la ya desguazada educación pública profundizando otra brecha: la de la docencia universitaria como elite divorciada de la realidad social y sus demandas. Porque la docencia es, amigues, como la salud, un servicio público. En nuestra Facultad, la tarea sostenida de los representantes estudiantiles para acompañar a sus compañeros, actuando como nodos de redes de solidaridad, debería ser una enseñanza para los profesores.
Lo realmente funcional al neoliberalismo es la parálisis de la educación pública, porque ello significaría renunciar a un espacio clave en la disputa con el poder; implicaría ceder el lugar del ejercicio crítico tan denostado por el criterio eficientista de la derecha; supondría cercenar el derecho de los alumnos de tomar la palabra, impedimento en el que, como dijo Paulo Friere, radica el verdadero analfabetismo.

Quedarse quietos –que no es lo mismo que quedarse en casa- es ceder esa vacancia a la educación privada, que ni se plantea la suspensión de clases y que explota, como muchas empresas, la crisis para sus propios fines, no por una apuesta convencida a la educación sino porque, concretamente, hay que seguir facturando; garantizando certificaciones, acreditaciones y notas desde una lógica acumulativa y mercantilista como si nada hubiera pasado, porque de lo que se trata, es de “ganar tiempo”, siempre de ganar, como dé lugar. Este avance a contrarreloj y sin miramientos por parte de algunas instituciones educativas privadas contribuye a profundizar las desigualdades, a marcar las distinciones y a marginar, aún más, a los que han tenido la desgracia de “caer en la educación pública”.

En el contexto de aislamiento físico que nos impone la pandemia, creo que la Universidad Pública se enfrenta a un gran desafío: el de construir un espacio público educativo que tienda a sostener y reconstruir los lazos, que brinde un ámbito de contención y sea una alternativa para educar en la solidaridad y en el cuidado. Se trata de reorientar los sentidos de la educación en un contexto de aislamiento y angustia, que, aunque virtual, esté enraizada en el mundo concreto, en la vida cotidiana, en la soledad, las angustias y las ansiedades que hoy nos atraviesan.
Esta apuesta debe ser fundamentada más que en la presión, en la convicción acerca del rol de la Educación pública como una de las trincheras clave en la batalla cultural para enfrentar no sólo a la pandemia, sino al neoliberalismo y su ideología de la meritocracia, la competitividad y el eficientismo;
Para confrontar lo que Rita Segato llama pedagogías de la crueldad, el contexto actual puede ser aprovechado para gestar una educación reflexiva, crítica, una zona de construcción de ciudadanía que, como exhorta nuestro colega Daniel Yépez, recupere el sentido de la política como el arte de lo posible, de lo necesario, una oportunidad de participar e intervenir en las grandes cuestiones que se están debatiendo hoy en el ámbito académico de las Humanidades y que son de todos, de la res pública.

Por otro lado, este espacio debería operar, además, como la posibilidad de desmantelar el sentido común irradiado por los medios masivos de comunicación, podría ser el escenario probable de un implacable ejercicio crítico que desenmascare la construcción de significados, que contrarreste los relatos y los montajes que irradian el terror, él pánico y la xenofobia, ese “ensañamiento de la muerte” del que nos habla Aldo Ternavasio; que pueda develar, además, la reinvención de los poderes y sus nuevos dispositivos de manipulación como lo están haciendo, por ejemplo, los seminarios abiertos por la cátedra de Publicidad.

En fin, pienso en un lugar común en el que se promueva desde lo educativo el respeto por la individualidad a partir de lo colectivo y la solidaridad y que no renuncie a la defensa de la libertad –ese tan profanado significante- sin perder de vista el cuidado del otro.

Pérdidas, producciones y abismos. Reflexión Dolores Marcos

Pérdidas, producciones y abismos

Dra. Dolores Marcos

/Cátedras Filosofía Social y Política y Pensamiento Filosófico/

Hay terror a la pérdida. Económica, de trabajo, de producción, de tiempo. Pareciera que seguimos considerando esta situación excepcional con los parámetros de una normalidad que el neoliberalismo construyó durante décadas, bajo los criterios de la eficiencia, de las ganancias, de las pérdidas. Como ha afirmado Elsa Ponce en un artículo reciente, en este momento donde todo se detiene, donde el imperativo es no movernos, la inercia de nuestros hábitos productivistas continúa exigiéndonos que sigamos aportando, que no cesemos en la actividad, que reconfiguremos nuestras casas para hacerlas oficinas, aulas, fábricas.

Las universidades nacionales se enfrentan, así, al enorme desafío de dar algún tipo de continuidad a la educación superior en tiempos de cuarentena. Para ello en gran parte del sistema universitario se han dispuesto estrategias de asistencia virtual, de educación a distancia, echando mano de una variedad de recursos. El objetivo es noble: continuar impartiendo enseñanzas con los medios tecnológicos al alcance. Sin embargo, hay una serie de dificultades no solo en la implementación, sino en las condiciones tanto de alumnxs como de docentes para sostener estos modos. Y no puede ser de otra manera, ya que la enorme mayoría de la oferta universitaria pública es presencial, de modo que no hay ni el saber hacer ni la información acerca de los recursos que unxs y otrxs tienen para enfrentar esta situación excepcional.

No se trata solo de recursos tecnológicos sino también del entorno que en algunos casos torna muy difícil encarar una tarea sostenida de vínculo pedagógico, aún virtual. En muchas casas se comparte el espacio doméstico 24 horas con familiares (en muchos casos menores) que requieren atención permanente.

Es loable la preocupación y los esfuerzos por brindar contención, acompañamiento y asistencia para que lxs estudiantes puedan seguir de algún modo con sus estudios. Esos esfuerzos se pueden entender dentro del marco de los cuidados que como sociedad debemos procurarnos solidariamente.
Pero no están dadas las condiciones para que estas modalidades reemplacen el vínculo pedagógico que implican las clases presenciales, principal vía de enseñanza aprendizaje de nuestras universidades. Por no mencionar (que sólo imagino, ya que no conozco en detalle), las dificultades para aquellas carreras que requieren insumos como laboratorios.

Retomando la idea inicial, hay un temor pavoroso a perder (situación que, además, hemos conversado en diferentes foros de docentes). A perder clases, a perder el año, a perder continuidad, a perder alumnxs. Y una ilusión de que los esfuerzos de docentes y estudiantes por continuar a pesar de todo, contra viento y marea, pueden aminorar esa pérdida, pueden vencer la sensación de abismo. Sin embargo, en la situación de excepción que atravesamos, en la que se trata de preservar la vida, es inevitable que, entre otras cosas, se pierda en educación superior. Asumir ese duelo sería el primer paso para pensar de manera más serena los modos de recuperar el tiempo de enseñar y aprender para que nadie quede afuera.

Reinscripción a carreras. Abierta

Se informa a las y los estudiantes que a partir del 27 de de abril y hasta el 17 de mayo de 2020 están abiertas las RE-INSCRIPCIONES A CARRERA (no a materias) , en el sistema SIU GUARANI.

LINK A SIU GUARANI: http://gua3wfilo.filo.unt.edu.ar/filosofia/


Recuperación de contraseña: http://170.210.214.18/filosofia/acceso/recuperar

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¿Cambió su email y no está registrado aún en el SIU y necesita recuperar su contraseña?
Enviar email a direccion.informatica@filo.unt.edu.ar, detallando Nombre, Apellido, DNI, Carrera y la nueva dirección de email que necesitan tener registrada en el SIU.

En tiempos de pandemia. Reflexión Griselda Barale

Reflexiones en tiempo de pandemia

Dra. Griselda Barale

/Cátedras Pensamiento Filosófico y Estética/

 

Como todos saben este virus que circula por el mundo nos atrapa en casa y no podemos estar juntos. Reflexionemos sobre esto que nos pasa.

Ya varios filósofos han escrito y opinado acerca de la cuarentena, de las prohibiciones, de las limitaciones de libertades y derechos, de mecanismos de control y muchas cosas más. Algunos son pesimistas, piensan que esto nos llevará a un mundo peor; otros son optimistas y dicen que será mejor después de esta experiencia global.

Les propongo una tercera alternativa, recordando palabras de un politólogo argentino ya desaparecido y también muy amigo, Ernesto Laclau, que en uno de esos encuentros de mucho charlar con rica comida y vino, pensando en Argentina en particular y Latino América en general, nos dijo: “yo soy un optimista moderado”.

Eso propongo que tengamos: un optimismo moderado, es decir no dejemos de valorar cosas buenas que tenemos o que pueden resultar de esto:

1) nuestro país tomó medidas muy rápidamente y hasta ahora, parece que está dando resultados positivos;

2) tenemos tradición de una salud pública, dotada de hospitales y centros de atención para todos los argentinos. Que el sistema salud tiene deficiencias, sí es cierto, pero podemos mejorarlos, dotarlos de todo lo necesario para esperar el peor momento si es que aún no ha llegado;

3) seguramente en estos días hemos descubierto que podemos prescindir de muchas cosas y esto nos puede hacer más frugales o, por lo menos, reflexionar acerca de qué necesitamos realmente para estar bien;

4) puede ser que se
fortalezcan lazos solidarios entre las personas de nuestro país y, también, entre los países más ricos y los más pobres;

5) seguramente tomaremos conciencia acerca de lo importante que es la ciencia y la tecnología y que no podemos “nunca más”, como país, desatenderla.

Pero por último, y lo que considero más importante, es que hemos sido capaces -como gobierno y como pueblo – de poner la salud por encima de todo otro interés. Que perderemos cosas, seguro; que nos costará salir adelante, no lo duden, pero cuando nos volvamos a encontrar lo mejor será que ninguno de nosotros falte, que estemos bien para que juntos le pongamos “pecho a lo duro que debemos afrontar”.

Pero dije “optimismo moderado”, porque no hay perder la actitud crítica, que los intereses férreos del neoliberalismo y el capitalismo no los desarma fácilmente un virus; que nunca faltan los que pescan cuando el río está revuelto; tampoco faltan los indiferentes al dolor del prójimo; no hay que olvidar que una enorme proporción de argentinos y argentinas no tienen las condiciones mínimas de vivienda para ese “estar en casa”, que es necesario trabajar para que todos logremos condiciones dignas de vida y que, el próximo virus, si lo hay, nos encuentre mejor que hoy.

Estudiar o enseñar, en todas y cada una de las carreras de la UNT y, en especial las de FFyL, nos debe servir para tener la mente abierta a los cambios; para tener una actitud atenta para no sucumbir ante dogmas, noticias falsas, o falsos profetas del pánico o la desesperanza; para no perder la espontaneidad de los sentimientos, pero no caer en sentimentalismos; en suma, para ejercitarnos en el pensar y escapar de todo facilismo de conciencia.

Y, que en este momento que emprendemos nuevos modos de relacionarnos profesores y alumnos, la premisa que nos aliente sea hacer un esfuerzo para optimizar esta nueva etapa sin sentir que debemos recuperar el tiempo perdido, el
tiempo es irrecuperable; sin caer en mandatos neoliberales como aquellos que pregonan que el hombre por encima de todo lo demás es “un sujeto productor”, que sin producción es menos que nada; que ese sujeto está al servicio de lo económico. Pensemos, en cambio, en un sujeto saludable; imaginemos la economía al servicio de ese sujeto saludable pues todo lo demás vendrá como consecuencia.

Y, en nuestro caso, pensemos que este es tiempo de pandemia no es tiempo académico, que cada “programa” de nuestras materias se cumplirá no cuando podamos abarcar todos los “contenidos”, sino cuando a través de esos contenidos alumnos y profesores reflexionen acerca de lo global y este modo aterrador de experimentarlo; de nuestros propios recursos culturales para afrontar lo global venga como virus, tecnología, ideología o sueños de futuro.

No hagamos de este momento una carrera desenfrenada para “no perder”, aceptemos la pérdida y evaluemos qué estamos ganando.

Al Filo del Covid-19

Compartimos reflexiones producidas por docentes de la Facultad de Filosofía y Letras.

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