Mi experiencia de intercambio en Köln – Alemania
Cuando a fines de agosto me bajaba del tren que iba desde Frankfurt a Köln tuve mis primeras emociones fuertes, porque fue el momento en el que me di cuenta de lo que estaba empezando a vivir. Tener que hablar un idioma que hasta hace un año atrás me era completamente ajeno fue una experiencia que me transformó enormemente, siempre para bien.
Me tocó llegar a Alemania con la beca de intercambio ISAP, por convenio entre la Universität zu Köln y la Facultad de Filosofía y Letras UNT. Soy estudiante de la Licenciatura y el Profesorado en Letras, y en mi carta de motivación (uno de los requisitos para la postulación, junto con otros papeles como certificaciones y currículum) ya contaba que me interesaban las lenguas y que me gustaría en un futuro poder enseñar español a otras personas, y en este viaje supe que en ese contacto lingüístico entre dos personas diferentes ambas aprenden otro modo de entender el mundo.
Me tocó vivir cinco meses en una casa de familia, donde compartía el piso superior con una compañera que venía desde Suiza. Durante todo el semestre intercalé el idioma inglés con el alemán debido a la complejidad de algunas situaciones, siendo inglés una lengua que me era mucho más conocida. Pero cuando al poco tiempo tuve que interactuar con personas que solamente hablaban alemán, tuve que aplicarlo aún más y fui ganando confianza, y con eso mucha autoestima, debo decirlo, porque era muy lindo sentir que podía manejarme bien con esa lengua a la que antes le sentía un poco de miedo al empezar. Por eso recomiendo a mis amigos y amigas que siempre estudien nuevos idiomas, y más aún alemán, porque abre puertas a nuevas perspectivas y vivencias que me alegro de haber tenido.
La llegada a la Universidad fue otro ‘Kulturschock’ (una palabra muy utilizada allí para hablar de esa sensación al experimentar algo totalmente nuevo en otra cultura). Pudimos acceder a una enorme diversidad de cursos y seminarios. Con Nahla, de la carrera de Historia, junto a María y Nicolás, quienes estudian Comunicación en la UNSTA, debimos asistir a clases en inglés, español y alemán, por lo que el contacto con diferentes lenguas fue una constante en nuestra cotidianeidad durante todo el semestre. Pudimos percibir la enorme diferencia y el gran aporte de estudiar una lengua en su lugar de origen. Teníamos conocimientos de gramática y vocabulario, pero fue el hecho de conversar con personas, interactuar con nuevos amigos lo que nos ayudó a afianzar y acrecentar nuestro manejo del idioma. Además, pudimos conocer a personas de todo el mundo, hacer amigos de muchísimas latitudes diferentes que nos contaban sobre su vida y sus culturas.
En lo particular, luego de aprobar el curso de idioma alemán B1 opté por los seminarios y lecturas: Literature of New York, American Modernism, Was ist Lyrik?, Romanische Sprachgeschichte, Modern and Contemporary American Poetry and Theory, Coherencia y Estructura del Discurso, Prácticas disidentes de teatro y cine en Hispanoamérica. El modo de los estudios universitarios es muy distinto al que estamos habituados, por lo que implicó adaptarnos a nuevos ritmos y a distintos hábitos de estudio. El intercambio me benefició mucho en el sentido de que me aportó nuevas herramientas para el conocimiento de la lengua y la literatura, y contamos con docentes que acompañaron nuestro proceso de manera constante.
La cultura alemana en general nos sorprendió, derribando algunos mitos construidos alrededor de su idiosincrasia. La sorpresa fue en un sentido positivo, y en algunos aspectos sentíamos que ese modo de vivir había calado muy hondo en nosotros, al punto que nos alegraban o indignaban las mismas cosas que a nuestros amigos y las personas con las que convivíamos. Llegué a sentir a Köln como un hogar, y empecé a sentir la nostalgia de dejarlo de a poco cuando en febrero me mudé a Düsseldorf, una ciudad cercana, durante el tiempo en que ya no debía asistir a clase, sino dedicarme a terminar de escribir los trabajos finales para las materias y seguir conociendo el país. Mis días favoritos era cuando paseábamos por el casco viejo de la ciudad, comíamos un Bratwurst (comida típica) y bebíamos la cerveza de la ciudad, la Kölsch. Es una ciudad muy festiva que cuenta con uno de los carnavales más conocidos (al punto de que las estaciones del año se conocen allí como primavera-verano-otoño-Karneval).
Me preguntan si recomiendo este intercambio. Respondo con Me preguntan si recomiendo este intercambio. Respondo con “Home es wo der Dom es”, la canción que suena durante el carnaval de Köln en el dialecto de la región, haciendo referencia a su icónica catedral, que puede verse desde muy lejos. Caminar bordeando el río Rin con personas a las que llegué a querer mucho se volvió uno de mis recuerdos favoritos, por lo que me identifico con esa canción y puedo llamarla mi segundo hogar, y el lugar al que siempre voy a querer volver.
Juan Manuel Romero