In memorian
Desde el Centro de Estudios Interculturales (CEI), Depto de Francés, Facultad de Filosofía y Letras en el día del profesor queremos rendir homenaje a la Prof. Paule Velázquez, ex docente de esta casa de estudios.
Su paso por la UNT
La Prof. Paule Velázquez Bellot, nació en Langeac (Auvernia, Francia) el 6 de julio de 1924 y murió en Offenbach-am-Main (Alemania) el 17 de febrero de 2020.
Partió en los años 50´ desde Europa (Francia y España) hacia la Argentina con su familia (esposo y dos hijos: Alice y Jean-Louis) para radicarse en Mendoza.
En la década del 60 cursó como alumna libre la carrera de profesora de Francés en nuestra Facultad de Filosofía y Letras, se recibió con honores (Magna cum laude), se radicó en nuestra ciudad, trabajó en la docencia secundaria en la Escuela Normal y Escuela de Comercio, y comenzó su docencia universitaria en la cátedra de Fonética y Fonología en donde se había iniciado bajo la guía de la Profesora Celina Casullo de Carilla, cátedra en la cual se jubiló como Profesora titular dedicación exclusiva.
Durante toda su carrera se perfeccionó en el área Lingüística en nuestro país y en el extranjero (Brasil, España y Francia) y participó activamente en congresos y reuniones de profesores de Francés nacionales e internacionales.
Durante toda su vida universitaria participó en el consejo directivo de la Facultad y de la UNT, fue directora del Dpto de Francés, fue una de las fundadoras de nuestro gremio Adifyl (hoy Adiunt) y activa defensora de los derechos gremiales.
Fue miembro de la Alianza Francesa de Tucumán y de la SAPFESU. Amaba la literatura, la música y las bellas Artes, profunda conocedora de la obra de Albert Camus. Fue dirigente y participó en la creación de FAMU y participó en nuestro país y en Francia de la FIMU (Federación Internacional de mujeres universitarias).
Ayudó y colaboró activamente en las actividades del CEI desde su creación, con materiales y cursos dictados y cuando se jubiló y volvió a radicarse en Clermont-Ferrand (Francia), siguió enviando bibliografía, revistas y diarios, material riquísimo para nuestras clases e investigaciones. Alentó y enriqueció con sus conocimientos a los colegas que trabajamos en el CEI.
Su paso por las aulas
Madame Velázquez supo transmitir con pasión su amor por la literatura y, de manera consciente o no, dejó translucir ese profundo saber en sus clases de Fonética y Fonología haciéndonos escuchar y disfrutar los más variados poemas, sonetos, fábulas y fragmentos literarios. Su exquisita pronunciación atrapaba nuestros oídos, pero también nuestros sentidos. El modo en que “marcaba” las diversas formas de entonación, las pausas, el ritmo de las frases, abría un mundo en el que no estaban ausente los sentidos y las emociones. Su voz potente y muy segura de sí misma, circulaba entre las paredes del laboratorio y resonaba en nuestros auriculares. El laboratorio de lenguas, situado entonces al final del 4° pasillo (hoy aula 425), era el territorio de la oralidad. Desde la consola escuchaba atentamente a cada alumno e interrumpía abruptamente para corregir la pronunciación mientras realizábamos ensimismados la tediosa tarea de repetir y pronunciar imitando la pista que servía de modelo. Tarea que sin lugar a duda fue gratamente recompensada cuando a través de los años y ante la visita de un especialista francófono o la visita a alguno de ellos, tuvimos la satisfacción de oírlos decir que los estudiantes de la carrera teníamos un muy buen francés y con un acento casi imperceptible. Ojalá Mme Velázquez hubiera estado presente en esas circunstancias porque hubiera sido motivo de orgullo para ella.
Pero Mme Velázquez iba mucho más allá de la mera corrección. Su veta intelectual le permitía amenizar sus clases de Fonología haciendo desfilar en sus clases a poetas de la talla de Ronsard, Baudelaire, La Fontaine y hasta el mismísimo Camus.
De Pierre de Ronsard, considerado «el príncipe de los poetas y poeta de los príncipes», aprendimos maravillosos sonetos dedicados a Cassandre, a Hélène, a Marie a través de los cuales ella se permitía reflexionar sobre temas propios de la condición humana como el amor, la juventud, la proximidad de la vejez. Es así como quedaron grabados en nuestras memorias Cueillez dès aujourd’hui les roses de la vie, Au chevalier de la rose, Mignonne, allons voir.., Comme on voit sur la branche, entre algunos de los principales títulos de las obras de este autor.
En cuanto a Baudelaire, conocido como uno de los poetas malditos de Francia del siglo XIX, nos deleitó con reconocidas poesías analizando con fruición los más variados recursos y licencias poéticas usados por este artista. Nos enseñó a develar los misterios y las maravillas que un poeta es capaz de lograr cuando hace uso de esa maravillosa herramienta llamada lenguaje. Las Flores del mal fue la colección elegida para adentrarnos en el universo lingüístico a través de La mort des amants, L’invitation au voyage, Recueillement, Harmonie du soir, Épître à Sainte-Beuve, L’albatros, Le coucher du soleil romantique, Les chats.
Las fábulas de La Fontaine tampoco estuvieron ausentes de su repertorio y las recorrimos a través de magistrales interpretaciones realizadas acerca de un nutrido repertorio de las más populares de nuestra cultura.
El mismísimo Camus, ingresó en nuestras aulas a través de la grabación de las palabras pronunciadas en ocasión de recibir el premio Nobel (Le Discours des suèdes); oportunidad en que Mme Velázquez se explayaba explicando la importancia de este discurso para comprender el rol del artista comprometido con la sociedad de su tiempo.
Mme Velázquez, era sin dudas una docente comprometida. Presumo que no conocía a Vygotski y que tampoco había oído hablar de la psicología histórico-cultural, pero estuvo allí involucrada en la crucial tarea de facilitarnos el acceso a la cultura, en la construcción de los andamiajes precisos para que fuésemos edificando significados para el desarrollo y evolución de la autonomía personal. Con los años entendimos, lo que significaba trabajar por una enseñanza comprometida con las emociones, con el desarrollo intelectual, con la atención a la diversidad, a la autocrítica personal considerada probablemente demasiado severa para algunos estudiantes, pero justa y crítica para otros.
Su partida y retorno a su lugar de origen al momento de jubilarse dejó un vacío en nuestros oídos. Unos años más tarde, en ocasión de un viaje a Tucumán, nos reunimos con ella y en ese encuentro alejado de la academia, recordó viejas anécdotas: los difíciles momentos vividos durante la dictadura en nuestro país, sus amigos de la facultad, sus alumnos, sus añoranzas, en fin…La calidez de ese encuentro nos devolvió su sonrisa tan particular, su postura siempre erguida, su paso enérgico y su mirada penetrante quedarán grabados para siempre en nuestra memoria.