Educación y política; la politicidad en el oficio de educar

El viernes 17 se llevó a cabo la Mesa panel “Educación y política; la politicidad en el oficio de educar”, a cargo de Nicolás Arata (CLACSO-UBA) y Walter Kohan (NEFI / UERJ – Brasil).La presentación la realizó Isabel Ámate Pérez, secretaria de Educación de la provincia de Tucumán, quien propuso la organización de la Mesa a partir de tres ejes: vigencia de la obra de Freire en la actualidad; sentido de lo político en el oficio de educar; y reflexiones en relación a la tarea docente.

Walter Kohan comenzó su conferencia haciendo una contextualización actual sobre Brasil. Habló del difícil momento que atraviesan, y que hay poder y autoritarismo, pero que sobre todo, hay resistencia. Asimismo, se refirió al hecho de que se están viviendo cosas maravillosas en Brasil por la cercanía al natalicio de Freire, resistencia, movimientos, esperanza, y que más se puede pedir a una obra de Freire y a su vida que ocasionar movimientos de resistencia.

Luego dijo que una de las maneras de homenajear a Freire es viajar, porque el oficio de educar exige viajar, viajar aún sin destino, ya que como Freire decía, “si se sabe a donde se llega no se viaja, solo se sigue una profecía. El viaje exige que el propio sentido del viaje, aparezca en el camino.” Y siguió, el viaje reclama la movilización, no tanto física sino también movilizarse en un sentido político, que tiene características o condiciones singulares: el deseo de salir del lugar en el que se está y la necesidad de hacer nacer una pregunta (¿en dónde estoy?). Cuando sabemos a dónde vamos a viajar respondemos simplemente a un destino, a algo prescrito; esto para nada tiene que ver con el viaje nacido de una pregunta, de un planteamiento, lo que sí tiene que ver con educar, ya que educar exige enseñar, enseñar a preguntar y aprender a preguntar, porque el viaje nace de una pregunta de la misma manera que nace el trabajo docente. Es un viaje que exige buena compañía y la escucha del diálogo.

Kohan presentó un “sello” con el lema A 100 años de un niño y explicó que cuando Freire tenía 68 años recibió un premio sobre la infancia, concepto al cual lo entendía como un tiempo, como una condición para poder educar a las personas de todas las edades. La educación infantil debía estar orientada a la escucha, a la preservación y el cuidado de un tiempo de la infancia, no a la niñez.

“El tiempo que nos propone Paulo Freire es el del amor, el del juego de los niños y las niñas, el del escuchar…
y siguiendo al Che Guevara y su concepto de que el amor es como una condición de revolucionario y revolucionaria, este amor no desde el sentimiento de amar, amor como confianza que se puede hacer nacer un mundo nuevo, confiar en que la historia nunca está terminada y en mantener viva la infancia”, finalizó.

Nicolás Arata abrió su espacio con la pregunta ¿qué celebramos en el natalicio de Paulo Freire? Y respondió: “lo que celebramos es un legado plural, con muchas aristas, una pedagogía latinoamericana y caribeña, transformadora, emancipadora y comprometida con la democratización del conocimiento (por nombrarla de alguna manera)”. Propuso celebrar el legado plural que se condensa en torno a su figura, pero que a su vez lo desborda y excede.

Habló también de celebrar la relación entre lo político y la educación, de lo político en las aulas: “Freire bien lo plantea en sus libros. Es en las escuelas es donde se juega con el concepto de la transformación, donde se juega con el orden de lo común, de la emancipación, con la idea de proponer la clase como un acto político en donde se transcurre y se juega con el orden de la igualdad”. Luego, citó a María Pía López (como síntesis de lo que se celebra con este congreso): hay que partir de la igualdad en nuestras aulas, clases, con nuestros adolescentes, jóvenes y niños y niñas, el cual es esencial, ya que sin él, ningún saber se transmite, ningún mando se acata. Y trabajar para ampliarla indefinidamente”.

Se refirió a que la política debe estar presente a una distancia que permita abrir un espacio para que las ideas sean re-apropiadas por nuestros y nuestras estudiantes, que desencanten, que inviten a la pregunta, para que suceda la pregunta, y no dar respuestas preestablecidas que se apropien de tal manera que termine siendo una partidización.

Arata trajo a colación el episodio de la docente de La Matanza, calificó su accionar como pasional y desmedido, mostrando que a consecuencia de esto se produce una relación asimétrica de poder, en un sujeto activo y uno pasivo, para decir que al contrario, como docentes, siempre se debe invitar al diálogo, en contrapartida de la educación bancaria. Y que revolear por la cabeza a un estudiante la biblia, tiene la misma interpretación que la de revolear el primer tomo del manifiesto comunista de Marx, por más revolucionaria que se crea esta última.

En el final citó a “La pedagogía del oprimido” describiéndolo como el libro del pensamiento pedagógico latinoamericano del siglo XX. Propuso construir herramientas pedagógicas institucionales propias, siguiendo el hilo conductor de que no se podría imaginar una pedagogía dialógica al margen de la escuela, sino integrada a favor del oprimido, con impronta latinoamericana. Por ello, la celebración de los 100 años del natalicio, y del legado del que forma parte vital y lo desborda, y la cuestión de recordar, no se trata de mitificar a Paulo Freire y a su legado, sino de (re)leerlo, estudiarlo, preguntarse sobre su obra, compartir sus ideas y sobre todo seguir interpelando su legado y preguntarse: ¿Después de Freire, qué?

Por último, Isabel expuso un resumen de las ideas principales de la charla y habló de que ambos expositores coinciden en la importancia de materializar los principios de la educación mediante la clase y la escuela como acto político en donde los educadores deben tallar la práctica mediante los principios de igualdad y de vivir el desplazamiento como un andar exploratorio que exige salir del lugar de confort.

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